Ciclo de los materiales: la reutilización, clave para conservar recursos

Por Laura Batlle Bayer – Investigadora de la beca postdoctoral ARECO en la Cátedra UNESCO de Ciclo de ida y Cambio Climático de ESCI-UPF.

Mientras que nuestros últimos artículos se han centrado en el concepto de circularidad, las estrategias circulares y los indicadores para medirla; hoy queremos detenernos en lo que entendemos por “ciclo de los materiales”.

Uno de los objetivos clave de la circularidad es «circular productos y materiales (en su mayor valor)». Pero para hacer circular los materiales o productos, primero tenemos que entender qué es un ciclo de materiales.

Rankin (2014) definió el ciclo de los materiales como aquel que integra tres componentes que están interrelacionados:

  1. En primer lugar, las existencias o el stock de recursos, que son los recursos presentes en el planeta (es decir, los árboles, el petróleo, etc);
  2. en segundo lugar, el stock de materiales, que está formado por los materiales obtenidos a partir de los recursos (es decir, la madera de los árboles, el plástico del petróleo);
  3. y en tercer lugar, el stock de productos que son los bienes o productos que se fabrican a partir de los materiales y son utilizados por la sociedad.

No obstante, esta aproximación de Rankin puede mejorarse aún más (véase la figura 1) distinguiendo, en primer lugar, dos tipos de materiales (el virgen, que procede directamente de la naturaleza, y el reciclado, que resulta de la tecnosfera); y en segundo lugar, añadiendo las estrategias circulares (como por ejemplo, reutilizar, reparar, reciclar). Teniendo en cuenta este ciclo de materiales, representado en la figura 1, el reto es asegurar una adecuada gestión de los tres stocks o existencias mencionadas para cerrar el ciclo de los materiales y, así, reducir la demanda de material virgen y la generación de residuos.

Figura 1: Diagrama de un ciclo de materiales, adaptado del de Rankin (2014). Las filas y palabras azules se han añadido a partir del diagrama original.

El ciclo de los materiales en la distribución alimentaria

Al aplicar este marco teórico al sector de la distribución alimentaria, es necesario analizar cuatro tipos principales de cajas:

  • cajas de cartón de un solo uso,
  • cajas de madera de un solo uso,
  • cajas de plástico de un solo uso
  • y cajas de plástico reutilizables.

En el caso de las cajas de cartón y madera, la estrategia clave es optimizar la gestión del stock de recursos (árboles), ya que se trata de un recurso renovable; y en el caso de las cajas de cartón, además, hay que tener en cuenta las pérdidas de calidad y la degradación del material, ya que las fibras sólo se pueden reciclar 3 veces (Delgado-Aquilar et al., 2015).Sin embargo, en el caso de las cajas de plástico reutilizables, la estrategia clave es maximizar el stock de producto, es decir, mejorar los ciclos de vida del producto mediante su recuperación, reparación y reutilización, ya que el recurso no es renovable (petróleo).

Además, las cajas de plástico también pueden reciclarse; en circuito cerrado o abierto. Hablamos de circuito cerrado cuando el material recuperado tiene la misma función que el virgen y se utiliza para los mismos fines; mientras se habla de circuito abierto cuando el material recuperado se utiliza para fabricar otros productos con propiedades inferiores a las del original.

En el caso de las cajas de plástico, los artículos científicos actuales normalmente consideran un reciclaje de circuito abierto, con una cierta pérdida de calidad (un 70% según Albrecht et al., 2013). Sin embargo, estos envases pueden reciclarse en un circuito cerrado con un 100% de recuperación de material, como afirma IFCO en su certificación Cradle to Cradle. Esto ayuda a maximizar las existencias de material reciclado y a disminuir el uso de material virgen y cerrar aún más el ciclo.

Sin embargo, además de la gestión de estos tres tipos de stocks, para lograr la circularidad hay que tener en cuenta dos principios clave: (i) estrechar el ciclo y (ii) durante el mayor tiempo posible (Sazdovski et al., 2021); lo que significa que se deben priorizar todas las estrategias que mejoren el componente «stock de producto». De ahí que, como ya comentamos en un artículo anterior (en el que hacíamos referencia al informe de Potting et al. (2018)), todas aquellas estrategias como la reutilización, la reparación, el reacondicionamiento y la refabricación son preferibles al reciclaje y la recuperación.

En este sentido, Erwijk et al. (2020) afirmaron que «el reciclaje de residuos no puede crear un círculo perfecto porque la creciente demanda de materiales supera los residuos disponibles del consumo anterior, los materiales se pierden o se degradan durante el procesamiento, y la energía necesaria para el procesamiento aumenta a medida que crecen las tasas de recogida.» Además, concluyen que una mayor circularidad al aumentar el reciclaje y la recuperación no implica una reducción directa de las emisiones de gases de efecto invernadero, debido al consumo de energía empleado en el reciclaje.

En resumen, las empresas y, en general, las cadenas de suministro deben tener una perspectiva holística de los materiales/productos que utilizan/venden a la hora de rediseñar su sistema hacia la circularidad. Es fundamental tener siempre presente que las estrategias para mantener el stock de productos son cruciales, y que el ciclo de los materiales debe ser lo más ajustado y largo posible.

References:

Albrecht, S., Brandstetter, P., Beck, T. et al. An extended life cycle analysis of packaging systems for fruit and vegetable transport in Europe. Int J Life Cycle Assess 18, 1549–1567 (2013). https://doi.org/10.1007/s11367-013-0590-4

Delgado-Aguilar, M., Tarrés, Q., Pèlach, M.À., Mutjé, P., Fullana-I-Palmer, P., 2015. Are cellulose nanofibers a solution for a more circular economy of paper products? Environ. Sci. Technol. 49, 12206–12213. https://doi.org/10.1021/acs.est.5b02676.

van Ewijk S., Stegemann, J.A. and Ekins P., 2021. Limited climate benefits of global recycling of pulp and paper. Nature Sustainability volume 4, pages180–187. https://doi.org/10.1038/s41893-020-00624-z

Potting José and Hanemaaijer Aldert (eds.), et al. (2018). What we want to know and can measure. System and baseline assessment for monitoring the progress of the circular economy in the Netherlands. PBL Netherlands Environmental Assessment Agency, The Hague.

Rankin, W.J. and Tsukihashi, F., 2014. Environmental aspects and the future of process metallurgy; in Treatise on Process Metallurgy: Industrial Processes.

Sazdovski I., Bala A. and Fullana-i-Palmer (2021) Linking LCA literature with circular economy value creation: A review on beverage packaging. Science of the Total Environment 771 (2021) 145322. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2021.145322

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